
las grietas asoman ya, incipientes,
infantiles, pero firmes.
Las lágrimas ya dejaron de regarlo,
pero el arcoiris no asomó,
sabe que el tesoro ya fue robado una vez
y nadie lo devolvió al final de los colores.
Corazón de amor caduco,
de una sola semilla ya yerma
por haber sido pisoteada no una, sino dos veces.
Árido te encuentras ahora, anestesiado de dolor,
repleto de cicatrices, testigos de batallas perdidas,
y preparándote para las venideras,
olisqueando la nueva carnicería
a la que será sometido próximamente.
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Pero aún así de pie,
curtiéndote a base de mentiras y decepciones,
el mejor material para tu escudo.
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