Hace tiempo tuve una libreta. Hoy me desangro los desdos imaginarios que escriben en mi mente intentando decirte todo aquello que mis manos y mis labios se empeñan en callar. Más allí arriba está, desgranando cada sentimiento, poniendolo del reves o pintandolo con tizas de colores. ¿Acaso importan los dolores de cabeza? Así será siempre ahora y solo toca resignarse y dejar que todo fluja, darles la bienvenida e incluso ofrecerles una copa si aceptan. Ya habrá tiempo de ahogarles cuando ELLOS vuelvan a arrebarle su sitio al usurpador.