07:00 hs. a la calle. Oscuro. Frío. Pero compensa madrugar al tener unos 5 kms entre bosques de eucaliptus. No lo hace el hecho de que haya estado lloviendo toda la noche y el camino se encuentre encharcado. Barro y más barro. Y mosquitos de nuevo. Y para empezar bien el día nada mejor que un diluvio de más de media hora. Acabo con los pantalones empapados. suerte si no pillo un resfriado. Y vuelta al duro pavimento. Suerte de las madarinas y manzanas con las que mato el hambre pues he salido sin desayunar. Vuelven las aldeas espaciadas, fantasmas, solo los ladridos de los perros me indica que hay vida allí. ¿dónde está la gente?.
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El asfalto hace mella de nuevo. Esta vez el dolor es más agudo, más punzante, tanto, que me da calambre en el pie y me obliga a ir coja. En vez de remitir, el dolor se agudiza, me hace apretar los dientes y me entran los sudores. Me sale una ampolla en la mano de tanto apretar el bastón.
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A los 20 km. entro en una mediana población, Oliveira De Azemeis. Decido descansar y comer, llevo 6 horas sin parar. Sentada, noto como se me enfría el dedo y empieza a hincharse dentro del zapato. Apenas puedo llegar al servicio, menos entonces recorrer los 9 km. que me restan todavía hasta el siguiente Bombeiro. Tomo un autobús, es una peregrinación, no una penitencia, y no puedo dar ni un paso más.
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En los bombeiros Voluntairos pido si hay un enfermero para que me haga una cura ya que yo no me atrevo. Al quitar tanto vendaje me encuentro con lo que se ha convertido mi dedo: en una enorme ampolla blanquecina que recubre la totalidad de mi dedo chico. Con razón no podía ni andar. El bombeiro me pincha con un alfiler varias veces y me aprieta tan fuerte que me mareo. Siempre he tenido fobia a las agujas.
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16:00 hs y ya tumbada y sin salir. ¡Qué larga se me va a hacer la tarde! Son los mejores bombeiros hasta la fecha y puedo pegarme una buena ducha caliente. Creo que debo de haberles gastado todo el deposito de agua caliente. A la noche hago de tripas corazón y me dedico a la enfermería. Sudores de nuevo, pero no tengo otro remedio, mañana mi dedo tiene que estar lo mas curado posible. Toca Oporto.
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P.D. Si de algo me ha servido la jornada de hoy es que he cerrado una puerta de mi vida. No mas llaves, el cerrojo ya está oxidado. He de ser consciente de ello y asumirlo. Adiós.
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El asfalto hace mella de nuevo. Esta vez el dolor es más agudo, más punzante, tanto, que me da calambre en el pie y me obliga a ir coja. En vez de remitir, el dolor se agudiza, me hace apretar los dientes y me entran los sudores. Me sale una ampolla en la mano de tanto apretar el bastón.
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A los 20 km. entro en una mediana población, Oliveira De Azemeis. Decido descansar y comer, llevo 6 horas sin parar. Sentada, noto como se me enfría el dedo y empieza a hincharse dentro del zapato. Apenas puedo llegar al servicio, menos entonces recorrer los 9 km. que me restan todavía hasta el siguiente Bombeiro. Tomo un autobús, es una peregrinación, no una penitencia, y no puedo dar ni un paso más.
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En los bombeiros Voluntairos pido si hay un enfermero para que me haga una cura ya que yo no me atrevo. Al quitar tanto vendaje me encuentro con lo que se ha convertido mi dedo: en una enorme ampolla blanquecina que recubre la totalidad de mi dedo chico. Con razón no podía ni andar. El bombeiro me pincha con un alfiler varias veces y me aprieta tan fuerte que me mareo. Siempre he tenido fobia a las agujas.
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16:00 hs y ya tumbada y sin salir. ¡Qué larga se me va a hacer la tarde! Son los mejores bombeiros hasta la fecha y puedo pegarme una buena ducha caliente. Creo que debo de haberles gastado todo el deposito de agua caliente. A la noche hago de tripas corazón y me dedico a la enfermería. Sudores de nuevo, pero no tengo otro remedio, mañana mi dedo tiene que estar lo mas curado posible. Toca Oporto.
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P.D. Si de algo me ha servido la jornada de hoy es que he cerrado una puerta de mi vida. No mas llaves, el cerrojo ya está oxidado. He de ser consciente de ello y asumirlo. Adiós.
ay, ay,ay...
mi foto favorita del camino
9 comentarios:
Niña estas muy guapa en ese espejo.
¡Qué mochilón, si es más grande que tú! :-) Me desmayo sólo se pensar en lo del dedo...
Es verdad!!! pero que mochilón llevabas...
Había alguien dentro?
Besos.
Esa foto ¡es preciosa! y muy original. Estás guapísima. Mochilón y todo.
Con todo lo que tus pies están sufriendo en este peregrinaje, creo que yo no lo haré ¡JAMÁS! De hacerlo creo que iría en bici.
A ver cuando me llamas para lo del bullit, guapa... Besotes, M.
gracias chicos, sí era un pedazo MOCHILÓN! es lo que pasa por ser novata en el camino, una empieza a meter y... pero no fue muy pesada la carga, he de reconocerlo.
con ese mochilón no me extraña, ¿que se llevó? ¿media isla?
Te has liberado del mayor peso de esa mochila. Ahora: "¡Vuela!"
:)
pues no me extraña que sea tu foto favorita porque es fantástica.
bicos,
Jo! No me extraña que quedaras hecha polvo con esa mochila.
Me alegro de que ya no utilices llaves.
Una abraçada
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